La mayor concentración de la población en la región hidrográfica del Pacífico configura un riesgo latente de déficit hídrico, que se irá agravando con el crecimiento poblacional y la falta de intervenciones en infraestructura reguladoras y de almacenamiento que hagan factible el aprovechamiento de las mayores descargas que ocurren a consecuencia de la época lluviosa (diciembre-marzo) en las partes altas de la cuenca. Las medidas de intervención mencionadas se complementarían con la concentración de esfuerzos para mejorar la gestión del agua en este importante ámbito del país, donde se usa tan solo el 47% del agua disponible y se pierde el 53%, dándonos una clara idea del riesgo existente.
Si seguimos como ahora, ¿llegará un momento en que tendrá un agudo déficit hídrico?
En caso de que las políticas nacionales en materia de recursos hídricos y recursos naturales vigentes no logren los resultados esperados en la mejora del uso y el aprovechamiento de los recursos hídricos en el país expresados en el cierre de brechas, es posible que ocurra en el futuro un agudo déficit hídrico. En el contexto señalado, la ANA, como ente rector en materia de recursos hídricos, al encontrarse en pleno proceso de actualización de su Política Nacional de Recursos Hídricos, ha puesto especial cuidado en la aplicación del enfoque de seguridad hídrica, de tal manera que permita la identificación precisa de la problemática existente en 5 líneas de acción: servicios de agua potable y saneamiento, uso productivo del agua, protección contra eventos extremos, optimización de servicios ecosistémicos, gobernanza y resolución de conflictos.
Al respecto, la identificación de alternativas de intervención a ser aplicadas por parte de los diferentes sectores relacionados con la gestión del agua en el ámbito nacional, alinéandose a las líneas estratégicas de dicha política, permitirán lograr su financiamiento y los resultados efectivos que aseguren la disponibilidad del agua en cantidad, calidad y oportunidad bajo términos de equidad para el presente y futuras generaciones.
A nivel de región hidrográfica, la oferta de agua per cápita es de 1,926 m3/hab/año en la Vertiente Pacífico, 146,846 m3/hab/año en la Vertiente Amazónica y 6,209 m3/hab/año en la Vertiente Titicaca.
A nivel de cuencas, de las 159 unidades hidrográficas que posee el país, 22 están en estado de déficit de agua y 30 en el umbral de déficit, en conjunto 32.7% de cuencas en estado deficitario o próximo a ello.
La situación se agrava debido a que estas cuencas se ubican en donde existen mayores asentamientos poblacionales y donde se localizan las mejores tierras para agricultura, que pertenecen básicamente a la región de la costa peruana. No se cuenta con información más actualizada dado que el diagnóstico de cada una de las 159 unidades hidrográficas del país requiere tiempo y recursos financieros para ejecutarlas y así obtener los resultados actualizados requeridos.
La industria que más agua fresca consume en el país son las agroindustrias, Agroindustrial Paramonga S.A. (6.43 Hm3) y Gloria S.A. (3.42 Hm3), totalizando 9.85 Hm3. Ello, según la información de volúmenes de agua reportados el 2020 al SARH-S1 de la ANA.
Las cuencas más importantes con déficit hídrico son: Sama, Caplina en Tacna; Ica, Pisco y San Juan en Ica; Chillón, Lurín y Chilca en Lima; Acarí y Yauca en Arequipa.
En la mayoría de estas cuencas se han conformado los Consejos de Recursos Hídricos de Cuencas, en cuyos Planes de Gestión de Recursos Hídricos se han planteado las intervenciones necesarias para revertir esa situación de déficit hídrico, con la participación de los gobiernos regionales y locales en su implementación.
Constantemente, personajes como Roque Benavides y otros han declarado que el problema del agua, de su escasez, se soluciona con represas en diversos puntos del país. Paltiture es un ejemplo muy citado. De esta forma, afirman, se evitan inundaciones y se aprovecha al mismo tiempo estas aguas. ¿Qué piensa la ANA al respecto y técnicamente?
Para afianzar o asegurar hídricamente (mayor disponibilidad hídrica) al país, existen diferentes alternativas (mejorar infraestructura hidráulica, capacitar a usuarios, en agricultura, diseñar una mejor cédula de cultivos o tecnificar el riego, etc.), una de ellas es el almacenamiento de excedencias de agua producida en época de avenidas (diciembre a abril) utilizando represas, recurso que se utiliza en época de estiaje. También puedo afianzar hídricamente el acuífero subterráneo a través de obras de infiltración.
Existen en el Perú 77 presas de embalse mayores de 10 m de altura, la mayoría de ellas para regadío, otras muchas son para uso hidroeléctrico y algunas para uso minero.
La capacidad de embalse total en el Perú asciende a 5,566.19 hm3. Este se distribuye de forma irregular entre las tres regiones hidrográficas: unos 3,939 HM3 (71%) en la región hidrográfica del pacífico, unos 800 hm3 (14%) en la región hidrográfica Amazonas y los 836 hm3 restantes (15%) en la región hidrográfica Titicaca
Uno de los problemas que afecta a las presas es la pérdida de capacidad por sedimentación, fenómeno asociado a muchos casos de deforestación de las cabeceras de las cuencas vertientes.
Uno de los problemas que afecta a las presas es la pérdida de capacidad por sedimentación, fenómeno asociado a muchos casos de deforestación de las cabeceras de las cuencas vertientes, como es el caso de las cuencas del Pacífico Norte. Otro de los problemas de los embalses es la carencia de normativa de seguridad de presas y de un órgano creado al efecto para el control de su seguridad. El problema es más significativo si se tiene en cuenta la edad de algunas de ellas, que sobrepasa los 50 años; por tanto, se considera prioritario avanzar en el establecimiento de esta normativa para minimizar la posibilidad de fallo y se implemente con medios y recursos apropiados.
El pasado 18 de junio de 2021, con Resolución de Gerencia Gerencial Nº 080-2021-ANA-GG, se ha creado la Unidad Funcional Técnica de Presas y de Operación y Mantenimiento para promover, coordinar y efectuar acciones para la regulación y aplicación normativa de las presas con el fin de mantener en niveles adecuados de seguridad de las poblaciones, infraestructuras, el medio ambiente y la seguridad hídrica multisectorial.
¿Cuánta agua fresca utiliza la minería peruana en sus procesos productivos? ¿Cuánta agua de la disponible en el país?
Según lo registrado en el SARH-S1, el volumen de agua utilizado por el sector minería entre los años 2015 al 2020 (6 años) es de 353 Hm3 promedio anual. Además, según el Registro Administrativo de Derechos de Uso de Agua-RADA, se tiene cuantificado los volúmenes otorgados en licencias de uso de agua a la minería representa 2.33%.
¿Cuáles diría que son los casos más preocupantes de agua fresca contaminada en el Perú y cuáles sus posibles causas?
La mayoría de cuerpos de agua monitoreados a nivel nacional presentan cierto grado de afectación y esto es verificable a través de la comparación de los resultados obtenidos en los monitoreos que realizan nuestros órganos desconcentrados (ALA) con los Estándares de Calidad Ambiental (ECA) para Agua, aprobados mediante Decreto Supremo N° 004-2017-MINAM.
No obstante, existen cuerpos de agua críticos que presentan con mayor frecuencia excedencias a la normativa ambiental. En la región hidrográfica del Pacífico, podemos destacar a los ríos Puyango, Tumbes, Moche, Santa, Chillón, Rímac, Acarí, Yauca, Tambo, Coralaque, Titire, Patara, Millojahuira, Antajarane, Osmore, Locumba, Caplina. Las quebradas Huaycoloro, Añashuayco, Margaritani, Apostoloni. Lagunas como La Virreyna, Paccococha y Huacachina y el embalse Pasto Grande. En región del Amazonas, resaltamos los ríos San Juan, Ragra, Huallaga, Puchka, Lauricocha, Parcoy, Yanomayo, Cenepa, Santiago, Llaucano, Crisnejas, Nanay. En la región hidrográfica del Titicaca, tenemos los ríos Coata, Chacapalca, Ayaviri, Torococha y las quebradas Luchusani y Azufrini.
Los cuerpos de agua mencionados son afectados en su mayoría por vertimientos de aguas residuales no tratadas o tratadas deficientemente, pasivos mineros y residuos sólidos, y en ciertos casos, presentan metales de manera natural debido a la geología de la zona.
¿Cuántas empresas en el Perú pueden llamarse enteramente “hídricamente responsables”? ¿Cuántas ya cuentan con el Certificado Azul?
La ANA otorga el Certificado Azul en reconocimiento a las acciones desarrolladas por las empresas que participan voluntariamente ejecutando buenas prácticas en uso eficiente del agua, basado en la huella hídrica, así como desarrollan acciones de valor compartido. A agosto de 2021, 15 empresas han recibido el Certificado Azul. Sin embargo, en total se tiene 32 empresas diversificadas en 35 unidades operativas, 11 son del sector industrial, 8 del sector minería, 7 del sector agrícola, 5 del sector energía, 2 del sector servicio y 2 más del sector comercio.
La mayor concentración de la población en la región hidrográfica del Pacífico configura un riesgo latente de déficit hídrico, que se irá agravando con el crecimiento poblacional y la falta de intervenciones en infraestructura reguladoras y de almacenamiento.
De las empresas que ya han recibido el Certificado Azul, tenemos dos empresas que pertenecen al sector minero (Cía. Minera Coimolache, Unidad Operativa Planta Tantahuatay), y la Compañía Minera Condestable), las otras 6 están ejecutando sus proyectos de reducción de huella hídrica y valor compartido; una vez culminados con éxitos las metas planteadas voluntariamente, alcanzarán el Certificado Azul.
¿A las mineras en el Perú les interesa contar con el Certificado Azul?
A todas las empresas públicas y privadas les debería interesar ser empresas responsables en el uso del recurso hídrico y contar con el Certificado Azul, y en especial a las empresas mineras, porque a través de las acciones de reducción de consumos de agua en su proceso operativo les trae como beneficio reducción en los costos operativos, obtener una mayor eficiencia productividad y una mejor convivencia con la población de su entorno, evitando de esta manera los conflictos sociales, además de fortalecer su imagen empresarial nacional e internacional.
Hablamos de las cabeceras de cuenca. El Ejecutivo ya ha promulgado la metodología que utilizará la ANA para determinar a qué llamaremos cabecera de cuenca y a qué espacio geográfico no. ¿Por qué se ha optado por los métodos Pfafstetter y Strahler? ¿Qué significan para el ciudadano de a pie?
Pfafstetter y Strahler son métodos de ordenación hídrica que te permiten tener una visión global y local a la vez. Por un lado, el método Pfafstetter divide y codifica los cursos de agua de cada una de las 159 unidades hidrográficas mayores oficializadas, desde el contexto de América del Sur, donde se conforman las grandes regiones o vertientes hidrográficas y, de las divisiones y subdivisiones de estas, se llegan a las zonas más lejanas y a los puntos más altos. En ese sentido, las cabeceras de cuenca albergan los primeros cursos de agua donde no reciben ningún curso tributario, pero sí contribuyen con flujo de agua hacia aguas abajo.
Por otro lado, el método Strahler ordena aquellos cursos de la unidad mayor, pero de manera local y secuencial, desde aguas arriba (cursos iniciales o zona de nacientes) a las zonas intermedias o interiores, hacia aguas abajo a la zona de desembocadura. Lo que en términos de ciudadanos a pie, podríamos decir que una cabecera de cuenca es una cuenca hidrográfica mínima, lleva el código Pfafstetter del último curso de agua de la zona más lejana, y le corresponde el orden 1 de Strahler como curso de agua inicial del límite perimétrico de la unidad hidrográfica mayor.